En las fotos podemos ver personas reales que padecen a diario el drama del hambre, entre otros y nos plantea la verdadera diferencia del concepto “poseer” al “necesitar”.
Un bolso, 32 euros; comida para una semana, 4 euros.
Gafas, 24 euros; acceso al agua corriente, 8 euros.
Loción para el afeitado, 35 euros; básicos para una nueva vivienda, 6,50 euros.
Una cerveza 4,50 euros; 50 litros de líquido elemento, 1,50 euros.
Esta campaña me ha hecho pensar en el consumismo atroz que impera en media parte de nuestro mundo occidental.
Un consumo desmedido, incontrolable, casi obsceno. Lo que más duele es el desperdicio que hay con el tema de la comida.
Por poner un ejemplo.
Hay hipermercados españoles que destruyen cada año miles de toneladas de alimentos frescos. Carnes, pescados, frutas y hortalizas que en cuestión de días pasan de lucirse en los estantes y en almacenes de cámaras frigoríficas al vertedero de incineración.
Conservación obliga a sacarlos de la circulación en un plazo inferior al mes, pero los grandes almacenes acortan este periodo por motivos comerciales.
El despilfarro es tal, que sólo el volumen que desechó Carrefour en el año 2005, podrían haber comido unos 110.000 españoles durante un año entero.
El pasado año, los 150 hipermercados en España de la cadena francesa Carrefour generaron unos residuos perecederos que alcanzaron las 55.958 toneladas. Mientras que las sobras de alimentos frescos, líquidos y envases de los 153 centros de Alcampo supusieron unas 30.000 toneladas.
Son cifras que aumentan cada año. Alimentos frescos a punto de caducar se destruyen y no se donan basándose en medidas higiénicas cuando esta comida se podría aprovechar si diese tiempo, por ejemplo, a la ONG Banco de Alimentos que se encargarían de recuperar los excedentes alimenticios y a gestionar este despilfarro.
Pero falta una legislación solidaria que gestione estos alimentos, comprometiendo a Gobierno y diferentes organismos a actuar ante la sangrante realidad del consumo irresponsable, evitando así, que no se tire a la basura de forma indiscriminada cientos de productos aptos para personas necesitadas.
Y falta además una educación para el consumo que conciencie a la población a cambiar la mentalidad del “usar y tirar”, de conocer que tenemos que ser coherentes de lo que compramos ya que nuestra forma de consumir podríamos influir en la marcha de la economía mundial. Y eso sí que seria un gran paso en nuestra sociedad.
"La sociedad actual es cada vez más egoista, sólo interesa el éxito, el triunfo personal. Si puedes tener dos coches y sólo tienes uno, eres un completo imbecil. Ése es el criterio." José Saramago
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Más : El libro Hungry Planet: What the World Eats trata de cómo la gente se alimenta en 24 países alrededor del mundo. 30 familias de 24 países, las cuales le proveyeron de una descripción de la comida que compraban durante una semana. El estudio está acompañado de fotografías de las familias comiendo o haciendo la compra, y de interesantes ensayos de reconocidos escritores y especialistas.What the World Eats (Planeta Hambriento – Que es lo que come el mundo) muestra retratos fotográficos de 30 familias de alrededor del mundo incluyendo Bosnia, Chad, Egipto, Groenlandia, Japón, los Estados Unidos, y Francia entre otros, rodeados de los comestibles que consumen por semana con el precio de lo que valen los alimentos en su país y el equivalente en dólares americanos. Peter Menzel y del escritor Faith D'Aluisio