Siempre me ha causado un gran respeto el arte antiguo, milenario. Testigo protagonista de nuestros orígenes que perdura a través de cientos de años. Es un profundo respeto hacia nuestros antepasados, por el valor humano, histórico, de lo que representa, de lo que nos dice y descubrimos.
Me impresiona la enorme fragilidad de estos testimonios culturales que perecen, aún preservándolos de los agentes que los erosionan como el tiempo, el clima, la luz...
Joaquim Soler, investigador de la Universidad de Girona descubrió como un tal Mahmud, un oficial egipcio, o Issa, un keniano, habían grabado sus nombres, sin ningún pudor y consideración en las paredes donde aparecían las pinturas prehistóricas. Estos actos vandálicos fueron realizados por
oficiales de la ONU. Cascos azules destinados en el Sáhara Occidental para controlar el cumplimiento del acuerdo de paz entre Marruecos, que mantiene el control sobre gran parte de la región, y el Frente Polisario, que lucha por la independencia del Sáhara Occidental.
Leo con estupor que Issa, el keniano, se había graduado en ética del mantenimiento de la paz en una academia militar.
Quiero enfatizar en el tema respeto, en la máxima deferencia con los valores culturales. Los términos "comprensión", "cooperación" y "paz internacionales" deben considerarse como un todo indivisible, fundado en el principio de las relaciones amistosas entre los pueblos y los Estados que tienen sistemas sociales y políticos diferentes.
Quisiera destacar el término “ética” y sus sinónimos como conducta, moral, norma, comportamiento. Éstas, no son meras palabras, tienen un peso importante que se adhiere a nuestra propia educación como seres humanos, como personas inteligentes que diferencian las acciones correctas, las permitidas, las malas.
Me pregunto si Issa habrá presumido alguna vez de su graduación en ética. Quizás ese título está destacado en negrita dentro de su currículum militar. Al leerlo suena bien, nos hace formarnos una imagen de un gran profesional en relaciones humanas, responsable de sus actos, conducta intachable.
Pero no es más que mera imagen, que de forma global salpica a otros oficiales de la ONU sumándose a otras pintadas y firmas de casi tres metros que tapan valiosísimos dibujos prehistóricos. Nombres y apellidos. Reconocibles, sin tapujos, sin ningún pudor.
Lo triste de esta historia es el expolio que ha sufrido el patrimonio del Sahara Occidental desde hace años de forma sistemática. Una violación constante de una joya de inalculable valor en mitad del desierto, según dicen, un museo abierto las 24 horas del día. Puede ser el más grande del mundo, y sin duda alguna, es uno de los yacimientos prehistóricos más importantes conocidos.
El patrimonio cultural de este pueblo, de la humanidad, ha sido violado. Y esta total falta de consideración por la cultura, la historia de nuestros antepasados nos ha afectado a todos de forma global. Y es así, todos perdemos, a todos nos han expoliado, y ese título de ética seguirá formando parte del currículum de Issa. Ahora sólo queda esperar si alguien decide manchar su expediente con otro vergonzoso e inmoral graffiti.
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